“El etnocentrismo es a un pueblo lo que el egocentrismo es a una persona.” –Geert Hofstede.
Etnocentrismo es sentirte superior basándote en tu cultura. Cuando eres egocéntrico ,el mundo gira a tu alrededor. Cuando eres etnocéntrico el mundo gira alrededor de tu pueblo. En realidad, todos somos casi siempre las dos cosas a la vez.
¿Existe la mejor cultura del mundo? ¿Existe la superioridad cultural?
Piénsalo: en lo más profundo de tu corazón, tienes la sensación de que tu cultura es la mejor del mundo. Es la que más sentido tiene, donde hay un consenso general sobre lo que es normal o no, lo que está bien y lo que está mal. Es tu zona de confort, en la que comes bien, duermes mejor, trabajas a gusto y en la que estás más feliz.
Las noticias internacionales exponen las culturas de los demás. Y nos mostramos perplejos ante noticias sorprendentes sobre derechos humanos, política, religión, economía, justicia, relaciones humanas, el rol de la mujer, el trato hacia los niños y mucho más…
“¿Será posible?”. “¡Qué barbaridad!”. “Tienen que estar locos para permitir/hacer/creer eso.”
Son respuestas etnocéntricas. Sacamos nuestras varas de medir, basadas en nuestros criterios culturales, los que hemos ido adquiriendo desde que somos pequeños y comenzamos a medir al otro, desde fuera, sin preguntar, sin investigar, sin conocer su punto de vista ni las reglas de su juego cultural… Es la fórmula perfecta para el choque cultural cuando vamos a otro país como expatriados o tratamos con personas de otras culturas dentro de nuestras fronteras.
Es normal que actuemos así.
¡Y lo más increíble es cuando nos damos cuenta de que “ellos” hacen lo mismo con nosotros! También sacan sus varas de medir para llegar a la conclusión (a veces) de que somos unos bárbaros, de que no tenemos sentido común, de que cometemos locuras…
Son posturas que nos llevan al conflicto con personas de otras culturas, no solo a través de las noticias, sino en el trabajo, en los equipos multiculturales, en los proyectos internacionales y hasta en las parejas y familias biculturales y también entre amigos y vecinos. En un mundo multicultural, donde la diversidad cultural está creciendo, tenemos que ser conscientes de nuestro etnocentrismo.

Las fases del etnocentrismo:
El etnocentrismo se puede vencer. Según el antropólogo Hofstede podemos pasar por varias fases:
- Curiosidad. Puede ser lo primero que sentimos ante una persona diferente a nosotros.
- Etnocentrismo. Pero rápidamente se activa nuestro instinto de juzgar al otro, para decidir si es normal o no, si hace bien o mal, si representa una amenaza… Y en cuanto vemos que “no sabe comportarse” según nuestras normas, las normas de nuestro «juego cultural«, comenzamos a cuestionar su inteligencia, su educación e incluso su salud mental.
El proceso puede detenerse ahí, pero a veces sigue. - «Policentrismo» – si reconocemos nuestro etnocentrismo cultural, podemos intentar juzgar a los demás con sus varas de medir – es decir, con los criterios de su cultura – y no con los de la nuestra.
Pero se puede ir incluso más allá. - Interculturalidad** – es cuando dejamos de evaluar, juzgar y medir porque llegamos a relativizar (gracias al relativismo cultural), a ver el mundo a través de los ojos de la persona de la otra cultura. Aceptamos que su punto de vista es tan válido como el nuestro, que puede ser una respuesta más a los problemas que nos plantea la vida – una respuesta que funciona para él o para ella.
El relativismo cultural: herramienta para vencer el etnocentrismo
El relativismo cultural es una gran herramienta que nos regalan los antropólogos. Es la idea de que ninguna cultura es superior ni inferior a otra. Nos enseña a adentrarnos en otra cultura para contemplarla desde su propia óptica antes de juzgarla; es decir, antes de declarar que algo es bueno, malo, normal o raro, por ejemplo.
El relativismo cultural es un concepto duramente criticado por algunos, ya que temen que se utilice para justificar violaciones de los derechos humanos. Sin embargo, el relativismo combinado con sentido común es una potente herramienta para vencer nuestro etnocentrismo, superar cualquier choque cultural e integrarnos en la cultura de otro país.
El etnocentrismo es un reto continuo
Así que, sí, el etnocentrismo se puede vencer, pero según mi experiencia personal es un reto continuo.
Después de 20 años fuera de mi país natal, disfruto de un alto grado de interculturalidad, pero el etnocentrismo sigue ahí, como un monstruo encerrado en su jaula que a veces se escapa en mi día a día aquí en España:
- ¿Por qué hay tanta burocracia en este país? En mi país esto se hace de otra manera…
- ¿Por qué no podemos hacer las cosas a mi manera, como a mi me enseñaron?
- Pero ¡¿esto es normal!?
Sí, siento curiosidad por todo, aún después de tanto tiempo en este país.
Sí, estoy en la fase de “policentrismo” (compaginar múltiples puntos de vista) para algunas cosas: por ejemplo, si coincidimos en un mercado, esperando turno para pagar y te saltas la cola, intentaré recordar que aquí no es un pecado mortal, no como en mi pueblo natal (donde he visto a un trabajador mandar a un adulto al final de una cola por haberse colado) y tampoco un insulto personal, es solo una falta de respeto leve que además no tiene que ver conmigo, sino con que tú tienes prisa.
Intentaré aplicar otra vara de medir, con otros criterios, otras interpretaciones y otras consecuencias bastante diferentes (“Perdone, pero estaba yo antes ¿le importaría dejarme pasar?» O, incluso mejor: «Pase usted primero, que yo no tengo prisa.«).
Y sí, he llegado a la interculturalidad en muchos ámbitos de mi vida: a día de hoy soy capaz de disfrutar comiendo durante varias horas sentada en la mesa con mi familia española, como una más. Todo un logro para una americana que antes comía sola, rápido y muchas veces de pie.
Vencer el etnocentrismo es un reto continuo…
Pero aún así, no consigo desterrar el etnocentrismo. Y he llegado a la conclusión de que es exactamente igual que el egocentrismo:
- Todos somos egocéntricos: es una lucha dejar a un lado nuestro yo para pensar primero en el otro.
- Somos también etnocéntricos: es una lucha dejar a un lado mi perspectiva cultural para tener en cuenta las de otras culturas.
Son dos facetas de la naturaleza humana que siempre van a estar ahí, pero que no tienen por qué manifestarse. La clave, en mi opinión, es la formación intercultural (educación intercultural) para detectar pensamientos etnocéntricos, cuestionarlos y neutralizarlos para que dejen de distorsionar nuestra visión del mundo.
Dos libros que recomiendo para comenzar:
- «Cultural Intelligence« por Brooks Peterson (solo en inglés)
- «The Culture Map» por Erin Meyer (solo en inglés)
** Hofstede habla de bi-culturalismo o multi-culturalismo. Prefiero el término «intercultural» en español.
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