Conviene ver la película «Ocho apellidos vascos« para apreciar el toque de humor en este reportaje del periódico El País, ¿Qué es ser alemán hoy?
En la comedia española, un sevillano* se enamora de una vasca** y termina encontrándose con que el padre de la chica exige que cualquier pretendiente de su hija tenga ocho apellidos vascos. Este es el punto de partida para reírnos con el etnocentrismo del padre y los choques culturales entre el Norte y el Sur de España…
*de Sevilla, sur de España
**del País Vasco, norte de España
En el reportaje “Qué es ser alemán hoy”, un alemán nacido en Alemania de padres turcos intenta recoger un premio cuando se encuentra con una barrera: exigen que, como buen alemán, sea cristiano. Es musulmán.
No nos vamos a meter con los alemanes. Estas barreras se encuentran en todos los rincones del planeta. Tanto la película española como el reportaje de Alemania tratan el mismo tema, la pertenencia al grupo. Antiguamente era la tribu, actualmente puede ser la nación, la región, la etnia, la religión o cualquier otro grupo al que pertenezcamos.
Un estudio dividió a jóvenes adolescentes en grupos. Se trataba de grupos de desconocidos que iban a participar en una breve actividad que duró unos minutos. Después, los investigadores les hicieron una encuesta. ¿Cómo veían a los miembros de su grupo comparados con otras personas, aún desconocidas, en la sala? Los resultados fueron claros: vieron mejor a los de su grupo, incluso especulando sobre cualidades personales que no podían conocer en ese momento. En tan poco tiempo, habían empezado a crear lazos, a identificarse con los miembros de sus grupos.
Los científicos sociales lo llaman “endo-grupo”, el nosotros. Es el grupo de personas con quienes nos identificamos. Los demás son del “exo-grupo”; son diferentes a nosotros; nos resultan extraños. Parece que hemos evolucionado para formar parte de grupos. Ha sido cuestión de supervivencia.
¿Qué es ser alemán?
Los alemanes de este reportaje somos todos. Los endo-grupos existen en todas las sociedades humanas del planeta. De ahí viene nuestro etnocentrismo: necesitamos creer que nuestro grupo es superior a los demás. Es una cuestión de identidad.
Por eso, el padre de la película pide «Ocho apellidos vascos» y los alemanes exigen prueba de fe. Afortunadamente, la película nos ayuda reírnos de nosotros mismos. Y los alemanes decidieron cambiar sus estatutos para entregar el premio a… un musulmán.